miércoles, diciembre 28, 2005

El Complot

Fecha: 28 de diciembre de 2005
Distancia (kms): 10.6
Paso: 6’23”/km
FCP (Puls/min): 157
Ruta: Ciudad Universitaria, Centro Cultural a Estadio de CU
Clima: Muy frío, despejado.
Divagaciones:
De viaje en la Cd. De México, mañana hay gran reventón por los 80 años de mi papá. Así que aproveché para ir a correr hoy a C. U., a donde solía hacerlo cuando Rebeca y yo teníamos poco de casados y yo estudiaba el doctorado. Disfrute bastante la carrera, a pesar del frío que hacía a las 8:00 a.m. que inicié. Otra cosa que noté inmediatamente fueron los 2,400 mts. de altura, por más que quise no pude mantener las pulsaciones tan bajo como quería. Bueno también hay que aclarar que la ruta tiene colinas pronunciadas.
Como sea disfruté bastante la corrida y mi tiempo no fue tan alto como habría yo esperado dada la altura del D. F.
De regreso a casa del Abuelo, mi papá, me encontré que Rebeca ya se había despertado, pero en ese momento se estaba bañando. Así que me puse a ver “el cristal con que se mira”, después de un rato me puse a apuntar en mi palm los datos de la corrida.
En eso apareció Rebeca, de entrada le noté que algo traía, aunque su trato fue el cariñoso de todas las mañanas. Eso sí, se quejó de que no había podido usar mi laptop por que no halló donde prenderla (debo aclarar que tiene el botón de encendido en un lugar no muy evidente).
En eso llegó el plomero, que tenía que arreglar las llaves del lavabo del cuarto de Inés, mi sobrina que se encontraba de viaje (llegó hoy en la tarde). Así que tuve que ir a pedirle a Guille que se cambiara de cuarto. En eso el plomero nos informó que como no había llave de paso en ese baño iba a tener que cortar el agua 5 minutos. No me pareció algo grave, decidí que ya que regresara el agua me bañaría.
Cuando Mari, quien ha sido cocinera en la casa desde que tenía yo algo así como 6 años, nos ofreció de desayuno, Rebeca inmediatamente dijo que ella si quería, pero que yo estaba “pegado” a la palm. Debí haber sospechado ya que algo tenía en mi contra.
Cuando estaba por terminar mi sope pasó el plomero, aún no cortaba el agua, diciendo que iba a salir porque iba a buscar unas mangueras.
Rebeca me urgió, “apúrate, así te puedes bañar antes de que corte el agua”. Así que deglutí el segundo sope, que ya estaba en mi plato, me atraganté con el jugo de naranja y salí corriendo al baño con lo que quedaba de café en mi taza. Saqué de la maleta mi ropa entré al baño y me comencé a bañar.
Justo en el momento en que acababa de aplicarme el shampoo me comenzó a salir agua helada y, en lo que decía todos los improperios que conozco, el chorro de agua comenzó a menguar. Así que mientras gritaba me iba pegando a la pared para capturar las pocas gotas de agua que caían para quitarme el jabón del cuerpo.
En el momento en que logré librarme del jabón escuché las voz de Rebeca, “a poco no te habías terminado de bañar, ¿quieres que le vuelvan a abrir?”
“Ya para qué, ya me acabé de enjabonar”, respondí conservando la cordura.
Estoy seguro, entre el plomero y mi mujer urdieron el complot.

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