No hubo corridas, semana de descanso después del medio maratón.
Cuando uno piensa en el Jurásico piensa en dinosaurios, de hecho, en las películas de esa serie solo salen dinosaurios. Estos animales siempre han cautivado nuestra imaginación.
Pero mis bichos favoritos del jurásico no eran dinosaurios.
Cuando era niño, en la casa de Niño Jesús (así se llama la calle de la ciudad de México donde estaba mi casa) había una colección de libros, una pequeña enciclopedia infantil llamada “Mis Primeros Conocimientos”. En ella me encontré por primera vez con los pterosaurios, con los conocimientos de entonces los describía, alas carnosas con pliegues que unían las extremidades con el cuerpo. Recuerdo que decía que eran animales planeadores, ya que con su gran peso y tamaño sería imposible que pudieran levantar el vuelo. Se explicaba que esos animales vivían en zonas de acantilados de los que se podían arrojar para planear y poder pescar. Yo era un niño, pero me sonaba absurdo; la cantidad de energía que gastarían cada vez que tenían que subir hasta el borde del acantilado tendría que ser enorme.
Los Pterosaurios fueron las primeras vertebrados voladores, los más sorprendentes que han existido, su reinado en los aires fue en el jurásico. Lástima que no nos tocó conocerlos; deben de haber sido animales espectaculares.
Después de haber leído sobre ellos en mi infancia, conforme fue pasando el tiempo, fueron apareciendo en el registro fósil una gran diversidad de pterosaurios, desde pequeños hasta muy grandes, MUY GRANDES. Algunos de ellos, como los del género Quetzalcoatlus, con envergaduras de hasta 12 metros; eso ya es casi el tamaño de un jet ejecutivo. Pero aun así, algunos “expertos” seguían diciendo que era imposible que esos animales pudieran levantaran el vuelo. Hasta que a alguien se le ocurrió que no tenían por qué despegar, como las aves o murciélagos actuales, a golpe de ala. Fue entonces que se hizo un estudio más completo de los esqueletos fosilizados y se encontró que la mecánica de inicio de vuelo era totalmente distinta a la de las aves y murciélagos: no levantaban el vuelo con la fuerza de las alas, sino que lo hacían de un brincóte que permitía a animales muy grandes levantar el vuelo.
Actualmente, estamos maravillados con la belleza y magnificencia de las aves; yo creo que los pterosaurios deben de haber sido mucho más impactantes. Muchas veces, mientras estoy en mi terraza, o en la alberca, y pasa un zopilote pienso en los pterosaurios, me imagino que en ese momento pasa en encima de mí, en lugar del zopilote, un pterosaurio, con una distancia entre la punta de sus alas de más de 10 metros. Los zopilotes más grandes, cuando mucho, su envergadura debe ser de un metro y medio. Quetzalcoatlus tenía ocho veces eso.
DEBEN HABER SIDO ANIMALES FANTÁSTICOS.
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