Fecha: 24 de diciembre de 2005
Distancia (kms): 21.2
Paso: 6’35”/km
FCP (Puls/min): 153
Ruta: Tinajas-Pilar
Clima: Fresco, no frío, rico, pero con viento al final
Divagaciones:
Fue una carrera muy rica, el tiempo que me tomó correr 21.2 kms. (100 mts. Más que un medio maratón) fue de 2 horas y 19 minutos. Considerando que el medio maratón de Tucson en menos de 2 horas parecería que no fue el do hoy un buen tiempo. Pero considerando la cantidad de colinas y que mi meta era mantenerme debajo de 155 puls/min, creo que mi tiempo fue bastante bueno. Es más considerando las colinas que uno tiene que pasar ya casi al final, imagínense, tener más de 18 kms. corridos, estar a mitad de una colina que parece eterna y tratar de que el corazón no se ponga loco.
Mientras corría pensaba en la continuación de la historia de Conrado. Realmente el 22 no pasó más de que hablar, la tarde estuvo tranquila, hasta una siesta me eché. En la noche llegaron mis cuñados Sergio y Armando con Liset y Ana, mis concuñas, también llegó el Gordo, sin mujer, y Cloti, mi suegra. La pasamos muy bien, nos divertimos bastante.
Antes de dormir Rebeca me dijo que pensaba levantarse por ahí de la 8 de la mañana para ir al “spining”.
En la mañana me levanté por ahí de las 8, me serví un café y me fui al cuarto de la tele para revisar mi correo electrónico. Como a la hora apareció Rebeca, café en mano, “¿no ibas a ir al spining?”, le pregunté, “no voy a ningún lado” respondió. Eso me dio pie a comentar, “hoy es día de flojera, ¿no?”. “Claro que lo es”, respondió.
Un tiempo después me paré por el periódico, lo hojeé, regresé a la primer plana y a la hoja de editoriales. Comencé a leer a Dehesa, no bien había visto que continuaba la historia de Conrado, cuando sonó el teléfono. Escuché que contestó Rebeca. Segundos después escuché “¡¡M’hijotoooooo!!”, si, Rebeca. Le pregunté que pasaba y me dio instrucciones de que buscara recipientes para llenar de gasolina. “Guille y Mario se quedaron sin gasolina, tirados por el boulevard y la 25”. Me puse a buscar recipientes, bajé a la bodega, encontré uno que se me hizo indicado. Subí y me encontré a Rebeca, “no, M’hijito, Lupita ya me dijo que en estas botellas de coca esta bien, pero mira…”, en lo que me daba explicaciones yo veía que algo traía entre las manos y lo ponía en el micro-ondas. Rebeca continuo”…vas por la gasolina, ves que arranque el carro y regresas para llevar a Mariana al dentista”. Entre balbuceos le hice ver que ni siquiera había desayunado. “Si, ya sé”, me dijo mientras sacaba un plato del micro-ondas, “por eso te preparé esta avena con fresas con crema”, deesas de sobrecito, “pero yo tengo uñas y no me da tiempo, ¿no te importa verdaaad?”
Así que salí a rescatar a Guille, mi hijo, y su amigo. Llegué con la gasolina donde se encontraban, les pasé las dos botellas de coca llenas de gasolina. Me imagino que no traía cara de buenos amigos. “¿Que te pasa Pa?”, me dijo Guille. “¡¿Qué les pasa a ustedes?!” le respondí. “Bueno, es que al carro del Mario cuando llega al cuarto del tanque deja de marcar”. Lo miré y le dije, “Eso quiere decir que cuando el marcador llegué al cuarto le deben poner gasolina”. Su respuesta es una joya de argumento. “pos’ si Papá, pero tons’ dejaríamos de ser jóvenes”.
Regresé a casa, a tiempo de recoger a Mariana. Salimos y en el camino me dijo, “Papá, me invitaron mis amigas a comer al subway, ¿me puedes dar dinero?”. Saqué mi cartera para ver y le respondí, “no tengo dinero ni para pagarle al dentista, te dejo en el consultorio y voy al cajero automático”. Se bajo del carro, fui al cajero más cercano, hice cola, saqué dinero y regresé al consultorio. Sorprendentemente a Mariana ya la estaban atendiendo, entró a la hora exacta de su cita. No bien me había sentado cuando salió ella. Con la seguridad del que sabe que el dinero no es su problema le pregunté a la recepcionista. “¿Cuánto es?”…
“Noooo, habló su mujer y se puso de acuerdo con el Dr., no es nada”, en lo que estaba por decir algo añadió: “es más, aquí tiene estos calendarios”
Intrigado, pero sin preguntar más, salimos de regreso a casa.
Según yo me iba a tomar un café, pero al ver la hora cambié el plan por una “Noche Buena”. Regresé al cuarto de la tele, volví a abrir el periódico, regresé a la columna de Dehesa, releí la primer línea y en eso, ”¿Papá, no me ibas a dar dinero para ir a comer?”, saqué el dinero (ni modo que dijera que no traía), se lo di. Ella permaneció frente a mi, antes de que yo dijera nada me dijo: “¿me llevas?”. La miré y le dije, “M’hijta, llévate mi carro”. Su respuesta fue otra joya, “¡hay me lo voy a llevar y en la primer esquina lo voy a chocar y lo dejo aventado!”. “No, pos’ yo creo que mejor si te llevo”.
No sé que más habrá contado Germán Dehesa de su versión de Conrado, pero estoy seguro de que Conrado soy yo.
2 comentarios:
JAJAJJAJAJAJJAJAJA
FELIZ NAVIDAD!!!
un abrazo
Hola, como va?
Leí SUEGRA por ahí???
Te cuento que mi blog se dedica solo a ella!!!
Chistes, anécdotas, etc... ODIO A MI SUEGRA!
Es entretenido, si queres pasa.
Nos leemos.
http://matenamisuegra.blogspot.com/
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