Fecha: Octubre 4, 2005
Distancia: 9 km
paso: 6’44”/km
FCP: 151 puls/min
Ruta: Camino a Tinajas, sin colinas
Clima: Húmedo, nublado.
Divagaciones:
En la noche, cuando comienzo a preparar todo para ir a correr en la madrugada, regularmente Rebeca me hace la misma pregunta, “¿vas a ir a correr en la madrugada?”, que inmediatamente remata, sin darme tiempo a contestar, con un: “¡Estás bien loco!”.
La verdad es que muchas veces, como hoy, que me levanto a las 5:00 a.m. y ando como carrito chocón, en lo que me voy vistiendo para ir a correr, me pregunto si en verdad no estaré loco, tan rico que es estar en la cama.
Pero la verdad es que ya que comienzo a correr, y veo la silueta de los cerros dibujados por la contra luz del sol, que en breve aparecerá tras ellos, se me disipan las dudas y me felicito por haberme levantado. Es como si estuviera estrenando un regalo, un nuevo día.
El resto de la corrida divagué más sobre una plática de acuacultura, que voy a ir a dar a Monterrey para los alumnos de la carrera de Agronegocios.
Pero ocurrió algo que vale la pena contar. Corriendo he aprendido que el viejo dicho “perro que ladra no muerde” es muy cierto, los que atacan nunca ladran. Por eso cuando corro, en los lugares donde se que se junta perros callejeros, siempre ando con mucha precaución. Cuando veo que en el camino hay un perro que no conozco, lo primero es nunca quitarle la mirada, generalmente atacan cuando ven que uno está distraído. Segundo “leer” su comportamiento, si ladran me tranquilizo, dependiendo de que tan lejos están hay varias opciones, mostrarle que no quieres nada con él alejándose, o hacer la finta de que le vas a tirar una piedra. Pero cuando un perro no ladra y baja las orejas es señal de que va atacar. Cuando veo esto, tengo un truco que no falla. En el momento que veo que va atacar, salgo corriendo en su dirección, confrontándolo, agitando los brazos y gritando a todo pulmón. No hay perro que aguante, sin importar raza o tamaño, todos salen huyendo, aterrados, algunos inclusive aullando y llorando. La siguiente vez que ese perro me ve, se esconde.
Hoy tuve que usar mi truco nuevamente, cualquiera que me haya visto pensará que realmente si estoy loco. El resto de la corrida fue bastante tranquilo, me lo tomé con mucha calma.
1 comentario:
Que bueno que compartes esta locura tuya. Me parece de gran utilidad para los que estamos considerando recomenzar a correr... ahora que nos acercamos a los cuarenta.
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