Toda la semana, desde el lunes, me había contemplado el sábado tumbado junto a la alberca. Fue una semana muy movida, incluyendo un viaje a Guadalajara. Hoy, sábado, temprano aspiré la alberca, subí, desayuné, me bañé, fui por cervezas, regresé, me pasé traje de baño, saqué mi lectura, mi cerveza, me senté y...
Comenzó a llover.
Me senté frente a la tele, había comenzado el juego Cruz Azul vs Tigres...
Cuando terminó el primer tiempo había parado la lluvia.
En eso escuché un Cardenal, abrí la puerta de la terraza y salí; pero hice mucho ruido, la Pola saltó y me hizo fiestas. Así que nada de Cardenal, pero me encontré un par de palomas posando en un pilar, con el mar de fondo, los cerros y el cielo nublado. No llegaba a compensar mi expectativa de la vista del Cardenal.
Me di la vuelta y me encontré que en la barra de la casa estaba parado el Cardenal. Me acerqué lo contemplé un poco. Saqué mi celular y voló. Con ese vuelo tan peculiar, perdiendo un poco de altura al principio. Se posó en el palo verde que está pegado a la barda. Se dejó contemplar, luciendo sus colores y presumiendo su canto. Bastó que levantara de nuevo el celular para que volara de nuevo.
Se posó en otro palo verde, ya pegado a la calle y volvió a cantar.
"No cabe la duda de que todos los días hay milagros, pero siempre estamos distraídos para darnos cuenta", pensé.
domingo, abril 12, 2015
El Cardenal
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario