domingo, enero 27, 2013

Beto


Entré a su vida, hace como 33 años, sin pedir permiso, digamos que me colé, para fines prácticos ni Rebeca lo sospechaba en aquel entonces, yo tampoco. 
Aunque algunas pruebas me pusieron.
Si no como explicar que en mi primer visita a "checar tarjeta" apenas subiendo las escaleras se asomara un niño, como de 5 años, y, a grito pelado, exclamara: "TU TE VAS A CASAR CON REBECA".
Como quiera que haya sido siento que Beto, me agarro cariño desde entonces.
Algunos años después el vaticinio del niño de la escalera, Armando, se cumplió y Rebeca y yo nos casamos.
Un par de años después Rebeca y yo decidimos ir a vivir a Guaymas.
El trato con Beto no solo fue más continuo, sino más intenso, para fines prácticos me integró a su vida como otro hijo y yo así me sentí.
Horas y horas de conversación.
En gran parte mi amor a Guaymas se lo debo a él. Es curioso, una visión pesimista de nuestro Puerto, que no siempre compartí con él, pero siempre él viendo que podía hacer por Guaymas. No había más que sugerirle su participación para que se apuntara.
Ya comenzaba con problemas de salud pero ahí andaba haciendo gestiones para que la antigua cárcel de Guaymas se transformara en museo.
Siempre gustoso de una buena broma, le daba risa cuando al decir Rebeca alguna barbaridad lo volteaba yo a ver y le decía: "conste que así la recibí", y, en un gesto muy suyo, hacía un violín cuando remataba yo: "y ya no creo que me acepten devoluciones".
Como decía arriba, siempre sentí que me dio un trato especial.
El viernes, que revisaba sus papeles para poder rentar lo antes posible sus almacenes, me encontré algo, que me sorprendió. Una hoja de promoción, de 1984, sobre un libro quepublicaría la UNAM ese año sobre ecología de comunidades estuarinas y delagunas costeras. Donde yo era coautor de un capítulo, una de mis primeras publicaciones.
Sin duda me hará falta Beto.

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